LA FIGURA
DE LA MUJER A TRAVES DE LA HISTORIA Y DE LA LITERATURA
¿Cómo ha sido el prototipo de mujer ideal a lo
largo de la historia?
Esta curiosidad ha surgido a partir de la lectura del
pasaje que comienza ... "Busca mujer hermosa, atractiva y lozana"
incluido en el Libro de Buen Amor y en el que el Arcipreste de
Hita nos ofrece el modelo de mujer medieval.
Pero, ¿Cuál ha sido el ideal de
belleza femenino en otras épocas? Y, ¿Por qué centrarnos en el retrato femenino
y no el masculino?
LA MUJER DE LA PREHISTORIA
Gracias a los descubrimientos arqueológicos de
diferentes esculturas denominadas Venus o diosas de la fertilidad hemos
podido conocer el modelo ideal de mujer prehistórica, una mujer con los pechos
y el vientre muy grandes y las caderas muy anchas. Y, ¿Por qué? Tal vez porque
creían que una mujer así sería más fértil y tendría más posibilidades de
sobrevivir al parto, criar mejor a sus hijos...
LA MUJER
EN LA GRECIA CLÁSICA
El ideal estético del mundo clásico se basaba en dos principios básicos: la simetría y la proporción. En Grecia se entendía que el cuerpo humano era el ideal de belleza en el que todas las partes debían guardar una proporción armónica entre ellas.
Este ideal estético se demuestra, sobre todo, a través de la
escultura tanto femenina como masculina.
Las esculturas femeninas eran proporcionadas, de mujeres más bien robustas, ojos grandes, nariz, boca y orejas medianas, cabello ondulado detrás de la cabeza y senos pequeños y torneados.
Las esculturas femeninas eran proporcionadas, de mujeres más bien robustas, ojos grandes, nariz, boca y orejas medianas, cabello ondulado detrás de la cabeza y senos pequeños y torneados.
LA MUJER MEDIEVAL
En la Edad Media el ideal de belleza está
influido por las invasiones bárbaras que mostraban la belleza nórdica de ninfas
y caballeros.
En esta época la moralidad cristiana imponía recato en las
vestimentas y prohibía el uso del maquillaje (que se veía como pecaminoso).
Resulta curioso que con estas ideas, un clérigo como el Arcipreste de Hita nos
ofreciera el retrato ideal de una mujer maquillada y seductora:
»Busca mujer hermosa, atractiva y lozana,
que no sea muy alta, pero tampoco enana;
si pudieres, no quieras amar mujer villana,
pues de amor nada sabe, palurda y chabacana.
»Busca mujer esbelta, de cabeza pequeña,
cabellos amarillos, no teñidos de alheña;
las cejas apartadas, largas, altas, en peña;
ancheta de caderas, ésta es talla de dueña.
»Ojos grandes, hermosos, expresivos, lucientes
y con largas pestañas, bien claros y rientes;
las orejas pequeñas, delgadas; para mientes
si tiene el cuello alto, así gusta a las gentes.
»La nariz afilada, los dientes menudillos,
iguales y muy blancos, un poco apartadillos,
las encías bermejas, los dientes agudillos,
los labios de su boca bermejos, angostillos
»La su boca pequeña, así, de buena guisa,
su cara sea blanca, sin vello, clara y lisa;
conviene que la veas primero sin camisa
pues la forma del cuerpo te dirá: ¡esto
aguisa![...]
Por lo tanto, el ideal de mujer
medieval tenía los siguientes rasgos: piel blanca, cabellera rubia y larga
(aunque a veces aparece recogido), ojos vivos y risueños, nariz pequeña y
aguda, labios rosados, cuello alto, silueta esbelta y caderas flexibles.
LA MUJER DEL RENACIMIENTO
El Renacimiento supuso una revalorización del mundo clásico, lo que influyó en el modelo de mujer renacentista, que volvió a los principios de la armonía y la proporción.
El retrato ideal lo tienen en las imágenes de arriba con El
nacimiento de Venus de Sandro Botticelli. Es una mujer de
piel blanca, sonrosadas mejillas, cabello rubio y largo, frente despejada, ojos
claros, labios rojos, senos pequeños, manos y pies pequeños.
Este prototipo que
aparece en la pintura también se daba en las otras artes.
Así, en el mundo
literario, el gran poeta Garcilaso de la Vega compuso los siguientes versos en
los que retrataba a la mujer ideal, invitándola a disfrutar el momento antes de
que el tiempo marchitara su belleza ("carpe diem"):
En tanto que de
rosa y azucena
se muestra la
color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar
ardiente, honesto,
enciende al corazón y
lo refrena;
y en tanto
que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo
presto,
por el hermoso cuello
blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes
que el tiempo airado
cubra de nieve la
hermosa cumbre;
marchitará la
rosa el viento helado.
Todo lo mudará la edad
ligera
por no hacer mudanza
en su costumbre.
LA MUJER DEL BARROCO
La época del Barroco estuvo caracterizada por la
artificialidad, la apariencia, la coquetería.
En esta época se pusieron de moda
los perfumes, lunares postizos, peinados muy pomposos, encajes, ropas y zapatos
suntuosos.
También en este periodo nació la palabra maquillaje como sinónimo de
truco o engaño.
En cuanto al aspecto físico, hay una preferencia por una mujer
con formas: mujeres rellenitas con grandes pechos y caderas, brazos carnosos y
piel blanca.
Rubens nos mostró ese modelo de belleza femenina con su famosa
obra Las tres gracias, siendo una de esas gracias su propia mujer
(la imagen de arriba).
El modelo femenino también se repite en los poemas
barrocos del momento, como podemos apreciar en este famoso soneto de Góngora,
que en un estilo más metafórico, propio del Barroco, vuelve a describir a una
dama hermosa, exhortándola a que aproveche el momento:
Mientras por competir con tu cabello,
oro bruñido al sol relumbra en vano;
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente el lilio bello;
mientras a cada labio, por cogello.
siguen más ojos que al clavel temprano;
y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente cristal tu gentil cuello:
goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lilio, clavel, cristal luciente,
no sólo en plata o vïola troncada
se vuelva, mas tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada
LA MUJER ACTUAL
El canon
de belleza actual está muy influido por los referentes que vemos a través de
los medios de comunicación: modelos, actrices, cantantes... En general, se nos
ofrece una mujer muy delgada y alta como las que desfilan en la pasarela o
mujeres operadas con grandes pechos, botox en los labios y con importantes
retoques de cirugía estética. Afortunadamente estos clichés están variando
porque las mujeres que vemos ahí no son las mujeres reales, porque una mujer
puede sentirse atractiva sin pasar por el quirófano y teniendo más de una talla
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