EL LLANTO DE IRIS
Al principio de los siglos hubo un tiempo en que los dioses alternaban con los hombres. Así se dio el caso de que el poderoso Júpiter se enamorase de una bella joven.
Fue una pasión llena de dulzura, y el joven Júpiter supo lo que era amar sin esperanza. Porque la hermosa Iris amaba a un pescador y se había prometido a él para casarse.
El orgullo de Júpiter se sublevó.
Pensó en casarla cuanto antes con su pescador, para sumirla luego en una perpetúa desventura. Así pues, se iniciaron los preparativos para la boda y todo les sonreía a la encantadora Iris y a su apuesto prometido que no llegaron a sospechar la proximidad del dolor que les aguardaba.
Preséntose el despechado y soberbio Júpiter el dia de la boda al marido y le dijo:
-Ya tienes el amor. ¿Quieres riqueza?.
Ariano era ambicioso y quería mucho a su mujer. Por eso contestó sin vacilar:
-La quiero. Dime que debo hacer para conseguirla.
-Traéme un guijarro de un lugar donde el sol no se ponga durante más de un día.
-¿ Y dónde se halla ese lugar?.
Iris trató por todos los medios de disuadir y convercer a su marido. Pero Ariano estaba estaba firmemente decidido.
-Quiero ser rico-contestó.
Iris bajó la cabeza y fue a ver a la bondadosa Juno, a quien contó sus penurias y pidió protección.
-Es forzoso partir. Tu esposo no abandonará su dorado sueño. El día de la partida hallaréis en el barco una paloma que os mostrará el camino. En cuanto a ti, no te doy más defesa que tus propias lágrimas.
Equiparon la nave con todo lo necesario para un viaje largo.
Apunto del alba una paloma blanca picoteaba en la proa alegremente. Ariano sonrió al verla y lanzó su embarcación mar a dentro, siguiendo el rumbo que trazaba el ave.
Apunto del alba una paloma blanca picoteaba en la proa alegremente. Ariano sonrió al verla y lanzó su embarcación mar a dentro, siguiendo el rumbo que trazaba el ave.
Una mañana, después de mucho tiempo, vieron tierra a lo lejos. Indudablemente se hallaban en el lugar que Júpiter señaló al ambicioso pescador. De allí a dos horas podrían desembarcar y recoger el precioso guijarro. Ariano estaba contento. Iris sufría adivinando una terrible maquinación del dios.
Durante ocho días descansaron.
El noveno Ariano anunció su propósito de volver.
Aquella noche Iris tuvo un sueño revelador.
Soñó que se le aparecía Juno, la cual le hablaba así:
El noveno Ariano anunció su propósito de volver.
Aquella noche Iris tuvo un sueño revelador.
Soñó que se le aparecía Juno, la cual le hablaba así:
-No partas, Iris el poder de Júpiter te acecha.
Ariano morirá y tu prematura viudez será la venganza del dios.
Ariano morirá y tu prematura viudez será la venganza del dios.
Detén, detén a tu marido y si las razones no bastan, llora.
Tus lágrimas te salvaran.
Tus lágrimas te salvaran.
Ya sabía Iris que las razones no bastarían.
Esa noche no pudo dormir la desgraciada Iris.
Inclinada sobre la borda de la nave, pasó llorando varias horas mientras su marido reposaba.
Esa noche no pudo dormir la desgraciada Iris.
Inclinada sobre la borda de la nave, pasó llorando varias horas mientras su marido reposaba.
Al fin la rindió el cansancio y se durmió también.
En lo más profundo de su sueño la despertó un grito de Ariano:
-Mira, Iris, mira. Estamos presos.
Abrió Iris los ojos y miró el mar estaba helado…
Era imposible partir…
La dulce Iris paseó una mirada de gratitud a lo largo de aquel tremendo baluarte, levantado por el amor de una mujer contra la ambición y la vanidad.
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